Antonio Drove Aza, maestro de maestros

 

Antonio Drove Aza es una de las figuras más destacables de la canaricultura española de todos los tiempos. Gran juez de Roller y buen conocedor del canto del ruiseñor y otras especies silvestres, fue en su juventud criador de los afamados "canarios de Vich", estirpe de "canarios del país" que no había sufrido cruces con variedades europeas ruladoras, tan de moda en los comienzos del S.XX. Cuando el Timbrado comienza a desarrollarse, Drove aparece como nexo entre aquel canario casi olvidado y la raza recién reconocida que se postulaba a sí misma heredera del canario del país pero recogía en su estandar numerosas mixtificaciones. Es en Asturias donde Drove encuentra en los 50 uno de los pocos reductos que conservaba los canarios que el crió en su juventud y, a partir de ese momento, dirigirá este núcleo de criadores en la empresa de recuperar las esencias del Cantor Español.

Justificando una opinión sobre el canario llamado Timbrado Español

Por Antonio Drove Aza

Revista Pájaros nº 13, 1961

 

Hemos visto en los distintos artículos publicados en esta revista, con motivo de la encuesta sobre el canto del País, que se mantienen criterios muy opuestos sobre el canto y denominación del Timbrado Español. Para unos, para los que no han conocido otro tipo de canto ni otra denominación, consideran que debe continuar llamándose Timbrado y persistir el actual Código; otros, creen que esta denominación es absurda por estimar que los timbres, tal como se definen en el Código, son rulos y, por tanto, no son temas básicos de esta modalidad de canto, por lo que no es correcto tal nombre; otros, por fin, creen que cambiando el nombre de Timbrado por el de Español y manteniendo las actuales directrices del Código, es suficiente para proseguir la labor cultural emprendida en el cultivo de tan interesante canario, no debiendo crearles confusiones y desorientaciones a sus cultivadores por las repetidas críticas que es objeto por parte de quienes las exponen.

  Debemos convencernos todos, que jamás ha existido, por parte de nadie, la más mínima animosidad hacia el cultivo del buen canto del País. Lo que pueda tomarse como derrotismo, no es más que una consecuencia propia de la incomprensión de los conceptos técnicos que se han tratado de inculcar en bien de quienes cultivan esta modalidad de canto, y estoy seguro que existiría una mayor compenetración y disposición a la discusión de criterios técnicos, si en la conciencia de todos los aficionados de buena voluntad, existieran conocimientos más firmes de lo que es el canto de los pájaros en general.

  Desgraciadamente, se ha inculcado en la mente de los cultivadores del canario del País, principios técnicos y conceptos equivocados, que son muy difíciles de desarraigar, máxime si existen prejuicios sobre la personalidad canarícola Roller de quienes lo intentan. Los qué desde hace muchos años practicamos la canaricultura Roller, estamos o debemos estar -en contra del parecer general- en muy superiores condiciones técnicas de interpretación de lo que es el canto de los pájaros.

  La primera confusión que sostienen los aficionados al canto del País, y que es preciso aclarar previamente, es la de creer que la denominación de las notas del canto Roller solamente son aplicables al canto de los canarios de esta raza, cuando en realidad son muchos los pájaros silvestres que emiten notas semejantes, sin que por ello dejemos de denominarlas de otra forma de las adoptadas internacionalmente, o en su traducción correspondiente a la de todos los países.

  Todos sabemos que los pájaros de distinta y aun de la misma especie, no cantan exactamente igual. No obstante, si analizamos el canto de unos y otros, observaremos cierta semejanza de estructura o de composición fonética en distintos pasajes; unos, los emiten con ritmo más acelerado; otros, lo modulan más perfectamente y con más grata vocalización; otros, lo expresan con más languidez. En definitiva: una misma nota puede ser captada con variadas características según el temperamento de los pájaros y, sobre todo, por las particulares condiciones y facultades de los respectivos órganos productores de canto, ya que éstos son susceptibles de variar la tonalidad y sonoridad, de acuerdo a condiciones físicas de resonancia por especial disposición de la concavidad bucal y del movimiento del pico.

  Las flautas emitidas por un ruiseñor, pardillo, verderón, malvís, etc., etc., son semejantes, puesto que su estructura fonética es similar, diferenciándose únicamente en el ritmo (más o menos rápidas), en la modulación (inflexiones de la voz), en el tono (grave, agudo, buceo, sordo), y en la forma de expresión (duro, severo, alegre, triste). Todas ellas son flautas, y, sin embargo, a pesar de tal denominación (flautas), no por eso, esta nota es privativa del canario Roller.

  Igualmente acontece con los trinos o notas de agua, cloqueos, timbres (cascabeleos), tanto en sus formas simples, como compuestas, y, a pesar de ser muchísimos los pájaros que las emiten en variadas frases, cada uno con sus particulares ritmos, modulaciones, tonalidades y formas de expresión, no por eso dejaremos de aplicar la denominación correspondiente al canto de cualquiera de los pájaros que las ejecuten.

  Los rulos, en cambio (léase timbres altos, medios o graves, según el Código). solamente son propios y dominantes del canario Roller, y de muy pocos pájaros silvestres: el verdecillo o chamariz, con su variado repertorio de entremezclados e imperfectos rulos timbrados, y el verderón, con sus "tórreos" cortos y largos. Ya veremos más adelante la diferencia existente entre un rulo (timbre, según el Código) y un timbre (cascabeleo, según el mismo Código).

  Como antiguo cultivador y modesto conocedor de la cultura del buen canto del canario del País, es lógico que manifestara mi disconformidad, verbal y escrita, desde los primeros momentos del intento de crear y establecer un tipo de canto estandarizado que fuera antagónico del Roller: Primero, se pensó establecer una raza de canarios del País, de 16 cm. de longitud, para antagonizarlo del Canario Español propuesto por la U. C. de Barcelona en el Congreso de Avicultura celebrado en Madrid en 1948, propuesta que fue aprobada con el beneplácito de quienes, precisamente, pretendieran establecer el canario antagónico del diminuto Canario Español. Posteriormente, en 1951. ante el fracaso del descomunal y ordinario canario que se intentaba implantar, se consideró, muy sabiamente por cierto, que el tamaño fuera una razón secundaria, dando preferencia al canto, para lo cual, se estableció el actual Código, recopilando, tras laboriosas interpretaciones, las notas meritorias que definirían en lo sucesivo al nuevo canario Timbrado Español.

  Es lógico que quienes no conocieran otra modalidad de canto del País que el de aquellos canarios mixtificados y ordinarios, tradujeran en el Código los conceptos inexactos, propios de la falsa apreciación del canto de aquellos canarios impuros y sin que, hasta la fecha. a pesar de todos los pesares, se hayan subsanado en lo más mínimo los errores cometidos entonces.

  Según mi opinión, existen, entre otros. tres errores fundamentales, que demostraremos más adelante, que son innatos a la confección del Código: primero, falsa denominación de Timbrado Español, por erróneo concepto de timbre, por cuyo motivo y al considerarlos básicos de esta modalidad de canto, se estimulan las ruladas (más o menos imperfectas), impropias siempre del canario del País. Segundo, estimular asimismo rudezas de expresión de acuerdo a los textos fonéticos de algunas notas de mérito establecidas, y tercero, no haber incluido precisamente a las variaciones de AGUA (Clapoteos) como básicas de este canto, ya que éstas, solas o combinadas con los cloqueos y acompañadas de flautas, son las que deben constituir la estructura del buen canto del canario del País, totalmente distinto del cadencioso y severo Roller.

  Esta modalidad de canto que entonces preconicé y que repetidamente he pretendido inculcar su cultivo a los aficionados del canario del País, ha existido efectivamente y la recordamos con añoranza los viejos aficionados españoles: fue el canto de aquellos célebres canarios de Vich, mi ciudad natal, en cuya localidad catalana los cultivábamos en mi niñez y cuyo meritorio canto era apreciado fuera de nuestras fronteras por no emitir notas desagradables y sí, en cambio, multitud de variaciones bien vocalizadas y moduladas, en un repertorio contrastado de tonalidades diversas, en el cual, además de reconocerse bellos y meritorios clapoteos, cloqueos y variadísimas flautas, expresaban estrofas completas del canto del ruiseñor emitidas con discreta sonoridad y delicados tonos de voz.

  Desgraciadamente, el canto de este canario fue perdiéndose como consecuencia de cruces desafortunados: primero, con el entonces llamado Holandés (rizado), consiguiéndose productos desgarbados y heredando también un canto verdaderamente ordinario con los consiguientes chaus-chaus y piaus-piaus, que jamás habían sido aceptados por los prestigiosos criadores de Vich. Poco después, y debido a la justa fama que adquirieran los célebres Edelroller del Harz, los pocos canarios puros que aun quedaban fueron cruzados, allá por el año 1914, con aquellos canarios alemanes importados, dando lugar a productos de cantos mixtificados con ruladas y timbres rulados de baja calidad y que, lejos de mejorar el canto en general, les hacía perder el sello característico e inconfundible de un canto alegre, bello y meritorio, que tanta fama y adeptos había conquistado en todas las provincias españolas y en el extranjero.

  El esnobismo de nuevos tipos y cantos de canarios extranjeros, fue la causa de que los criadores de Vich y, en general, los de toda España se vieran influenciados por el deseo de incorporar a sus canarios, las características de canarios ajenos, dando al traste, por fin, con el genuino canto, tipo y tamaño (12-13 centímetros) del canario de Vich, para transformarse, en muy pocos años, en el llamado canario del País, ambigua denominación aceptada y que no define a canario alguno, tanto por su impureza racial, como por las irregularidades morfológicas, ni por el grado de mixtificación de su canto. Características irregulares que son fáciles de comprobar en los actuales canarios y que demuestran los desafortunados cruces de que fueron objeto sus antepasados por la generalidad de los criadores españoles.

  Por estos motivos, no es de extrañar, que quienes, con la mejor voluntad, establecieron el Código del Timbrado Español, confundieran ciertas notas que consideraron básicas de esta modalidad de canto, cuando, en realidad, no son más que reminiscencias, más o menos acusadas, de los cruces de antaño y que, como hemos visto, fueron los que modificaron sensiblemente la pureza del canto del canario de Vich.

  Si nos atenemos a la composición y expresión fonética de los llamados timbres, tal como están definidos y explicados en el Reglamento para juzgar el canto Timbrado, comprobaremos que lo que se define como tales, son auténticos rulos, puesto que si producen sonidos ininterrumpidos o continuos, es prueba evidente de que existe un rápido batido de la consonante "r" o ''erres" sobre las vocales, obteniéndose, por tanto, redobles o rulos, cuya calidad y mayor parecido (artísticamente) con los del Roller, serán tanto más perfectos y acusados, cuanto más blandas y gratas al oído, sean, respectivamente, las consonantes y vocales puestas en movimiento.

  Si al concebir la nota de timbres, se creyó que el efecto acústico del repiqueteo del timbre eléctrico definiría mejor la denominación adoptada, no debemos ignorar que un rapidísimo repique (valga la redundancia) de 20-35 veces por segundo sobre un material cualquiera: metal, madera, etc., produce asimismo redobles o rulos, de distinta altura de sonido (tono), cuyos golpes de percusión representarán a las consonantes de la composición fonética, y las vocales a la resonancia del material afectado por las percusiones, percibiéndose un redoble de movimiento continuo regular, en el que la vocal será variable de acuerdo al material empleado. Así, en el cristal y metal percibiremos un sonido en i, en la madera y cartón, en o y u, e incluso en e y ei, si el material utilizado es inadecuado o defectuoso (madera agrietada, por ejemplo), produciendo asimismo redobles puros, pero de sonidos imperfectos y, por tanto, menos agradables: ririri... rorororo... rererere... reireireirei...

  En cambio, cuando no existe batido de las consonantes sobre la vocales o, lo que es lo mismo, que el golpeteo es relativamente lento, entonces percibiremos un sonido interrumpido entre sílaba y sílaba, respondiendo este ritmo a la velocidad de percusión, que para 4 a 7 golpes por segundo, obtendremos, no un rulo, puesto que no existe redoble, sino lo que internacionalmente se llama timbre. En el Código figura esta nota como cascabeleo, denominación correcta que se adapta perfectamente, a la onomatopeya del sonido producido: lin-lin-lin-lin... y será tanto más agradable, cuanto más suavemente sea emitido (percusión suave) : li-li-li-li-li...

  Debemos aceptar, sin duda alguna, que los llamados "timbres" en el Código son rulos por mucho que queramos enmascararlos con durezas de expresión y vocalizaciones poco agradables, pues siempre poseerán el carácter rodado que permite reconocerlos como lo que verdaderamente son. Como vemos, este erróneo concepto de "timbre" ha conducido a una falsa denominación de Timbrado Español, al ser los rulos, precisamente, las notas que se consideran básicas del canto del canario del País.

  Esta grave anomalía del Código, aparte del indudable confusionismo que ha creado en la afición, pudiera, tal vez, conducir a problemas de carácter jurídico, por el hecho absurdo de descalificar a un canario por emitir ruladas, perfecta y categóricamente definidas como tales, en un Código de canto, que las valora y las considera básicas.

  Tampoco son básicas del buen canto del País, los chaus-chaus y piaus-piaus. Estas ordinarias flautas, al igual que las llamadas castañuelas (variedad de Cloqueos) : chas-chas /chac-chac... fueron siempre motivo de descrédito para quienes las estimulaban en sus canarios. Esta apreciación la mantuvimos en mi época, ya lejana, de cultivador del canario de Vich y la mantienen los países más adelantados de la canaricultura europea, al llamar despectivamente "choppers" a los canarios que emiten estas expresiones rudas, realmente desagradables.

  Si los criadores del canario del País van reconociendo que los chaus-chaus y piaus-piaus, onomatopéyicamente pronunciados, producen desagradable impresión, y si igualmente reconocemos mañana, que las Castañuelas con sus ordinarios trallazos no resultan gratas al oído, y si, asimismo, los "timbres", con sus ruladas en e y ei producen sonidos nasales y cascados, debemos admitir como cierto el segundo error del Código al estimular durezas de expresión, incompatibles e inadmisibles con una labor educadora propia de la Canaricultura: la de desarrollar arte, no la de crear fealdad.

  Quienes tengan idea del canto de canarios y pájaros diversos y hayan oído a los actuales canarios del País, habrán observado que buena parte del repertorio de su canto se desarrolla con imperfectas, pero al fin verdaderas variaciones de agua en sus formas simples y compuestas, a pesar de lo cual, no figuran en el Código las notas bien definidas que estimulen y mejoren su cultivo. Los órganos de canto de los canarios puros del País, están en las mejores condiciones físicas para emitirlas con perfección. por su predisposición innata a esta modalidad de canto acuoso.

  Con este artículo he pretendido justificar el por qué de mis reiteradas críticas al Timbrado Español y, al mismo tiempo, hacer comprender a la masa de la afición los principales errores que mantienen los aficionados con el cultivo del canto de sus canarios. No quiero citar testimonios que avalen mi continua labor para inculcar el buen canto del País, ni recordar antiguos llamamientos de hermandad para establecer en común las normas verdaderamente técnicas que definieran lo que debe ser este bello y meritorio canto. Lo que sí quiero hacer ahora es relatar cierta "desafortunada" actuación mía en el Concurso de Oviedo en el año 1952, que dio como consecuencia secundaria, el descubrimiento de ciertos canarios puros del País (Vich) y cuyos descendientes están muy de actualidad por su sensacional actuación en el último Concurso en la capital asturiana. Los hechos son los siguientes:

  En el año 1952 fui requerido para calificar el canto Roller en el Concurso de Oviedo. Cumplida mi misión, fui invitado para juzgar asimismo el canto del País, ya que en esta modalidad de canto ya había actuado varias veces en los de Madrid. Mi sorpresa fue grande cuando me presentaron planillas impresas con las notas de mérito del actual Código recién establecido. Dado mi criterio particular sobre este canto, que siempre he mantenido invariable, no las acepté y juzgué con arreglo a la impresión general del canto de cada canario sobre una determinada puntuación máxima. No sé si el bochorno que sentí fue por mi actitud adoptada, o por la desconfianza reflejada en las caras de los oyentes que presenciaban el Concurso. Me cabe, sin embargo, la íntima satisfacción del deber cumplido, calificando a los canarios con arreglo a los criterios que ahora conocen mis lectores.

  Cariacontecido por el absurdo camino que se pretendía conducir a la Canaricultura Española, me trasladé a Avilés para ver a mis familiares. Uno de ellos me habló de un amigo suyo, D. Manuel González Monteserin, que tenía unos canarios que "cantaban muy bien" y me invitó a escucharlos. Fue grande mi sorpresa al ver y oír a aquellos canarios, cuya raza la creía totalmente perdida en Vich, ya que me hizo recordarlos por su canto, tipo, tamaño y plumaje. Debió ser tal mi asombro y alegría por tal hallazgo, que ya en Madrid recibí el diario "Voz de Aviles", con una gacetilla, en la que se citaba mi descubrimiento y transcribía, poco más o menos, las alabanzas que me habían merecido tales canarios.

  Este año he sido invitado de nuevo para actuar en el Concurso de Roller de Oviedo. Gracias al amigo D. Santiago Ruiz, que también se desplazó allí para juzgar el canto del País, he tenido la satisfacción, esta vez por partida doble, puesto que, además de volver a escuchar unos buenos canarios del País que causaron sensación, su criador D. Vicente Arguelles Villaverde me hizo recordar mi descubrimiento de hace nueve años, y me confesó espontánea y sinceramente que esos canarios procedían, tras ciertos cruces efectuados, de los canarios que había adquirido en Avilés con motivo de la noticia publicada en el diario de aquella ciudad asturiana, cuyos canarios aun conservaba.

  Yo me permitiría, modestamente, recomendar al Sr. Arguelles que no amplíe el repertorio de su canto con esas "notas" que dicen ser básicas del canario del País. Posee una estirpe buenísima que es susceptible de purificar, procurando mejorar en lo posible la modulación, dicción y vocalización grata, de todas las notas, y estimulando las variaciones de agua, cloqueos y flautas. Con estas notas, en sus formas simples y compuestas, se obtiene un canto variadísimo y de muchísimo mérito, que causaría sensación en los Concursos Internacionales.

  Vuelvo a repetir ahora, lo que dije públicamente en Oviedo al ser invitado precipitadamente por el amigo Ruiz, cuando estaba juzgando a este lote de canarios: "Así es como debemos enfocar el Canto Español; todo lo demás que se preconiza es falso y absurdo".

  ¿Es susceptible de establecerse un Código que recopile toda la belleza y variación con que pueden deleitarnos los canarios de esta modalidad de canto? Creemos sinceramente que sí. La afición española tiene la palabra.

 



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